"Words, words, words"

martes, 29 de julio de 2008

Cuatro hileras de dientes para comer y avanzar

El hombre se despertó y se fue corriendo. Tenía mucho miedo de seguir comiéndose. No sabía si era lo que deseaba o si solo lo estaba haciendo para demostrarse a si mismo que era un poco más que una maraña de deseos. Nunca era lo suficientemente hábil como para convencerse de todos modos. El hecho de que había estado enterrado en el aire desde que nació (y antes aún… ¡antes!) lo preocupaba. Vivimos en una fosa común, ahora era consciente de eso. Y la conciencia es una forma de asustarse de lo que nos precede. Puede ser un juego absurdo, ¿pero qué no lo és entre monos superdesarrollados? (y vestidos: la vestimenta es clave para ocultar la animalidad) ¿Quién se alimenta de nosotros? Por eso había que comerse. Por eso y porque no hay otro modo de vivir, avanzar, y regresar a nuestro estado más puro, el retorno a aquel añorado e inexistente lugar del que no nos deberíamos haber ido jamás. Es muy triste irse del lugar al que nunca podemos terminar de llegar. Pero siempre pasa. Y en el camino nos comemos vivos. Pero cometemos más errores de los que un libro de recetas que un opiáceo sujeto oriental (portador de larga y delgada barba blanca) recomendaría. ¿Hay traición en la mudanza de piel? Aaaaahh… la traición…


- Dedicado a mi amigo (que sabe quién es) y a mi co-blogger que está en estado austral... austral... (movement? yeah! Do not worry... I love you all folks!) -