"Words, words, words"

miércoles, 16 de diciembre de 2009

CRASH



las vivencias en el contexto del aterrizaje nunca fueron iguales aquí en el sur. Con cada viaje la posibilidad de alguna situación y percepciones diferentes. Volver por tan poco tiempo no es un dato menor, desplazarse a un lugar a 3000km de distancia por una sola semana no es algo común, al menos para mí.
La cuestión radica en el instante. En unos pocos segundos, el aterrizaje y la bienvenida pueden mutar adquiriendo cualquier matiz. Una vez la paz y el acogimiento reinan, otra la furia y la intolerancia se lo comen todo. Depende. La cosa se complica entre los tirones de los lazos familiares y el sentirse en terreno antiguo donde uno no tiene potestades para hacer y decidir demasiada.
Esta vez, fue la primera en presenciar un accidente de auto, ser quien manejaba y ver como un ser humano se estrellaba en el parabrisas del vidrio que nos separaba del exterior. Un transporte de dos ruedas se estrelló en el lado izquierdo del falo materno -léase automovil de mi progenitora-. Las personas desparramadas, el cuerpo tembloroso, la frialdad de la situación trágica que exige racionalidad absoluta -o pánico total-, la ambulancia, la policia, los trámites legales,esperar el resultado del hospital del nene de tres años que estaba tambien en la moto, la liviandad de saber que no se murió nadie, que solo fueron lesiones leves, esperar saber si seré objeto de una demanda judicial. Todo todo en unos pocos segundos que se convirtieron en horas y en días. Un porcentaje demasiado grande de esa totalidad temporal que es la semana de visita.
Por otro lado, y también en un instante, el deseo de no estar viviendo nada de lo que es y la pregunta consecuente del por qué y la predestinación. En un segundo la línea se tuerce y solo resta seguir haciendo equilibrio para que eso que sucedió adquiera la categoría de mero recuerdo donde las consecuencias fueron relativamente-poco-graves.
El sur, el polo sur depara disposiciones extrañas. Demostrado y garantizado. Volver es arrojarse al arcoiris de la posibilidad, que en su expectro de coloraciones incluye muchas que no son para nada bellas, armoniosas y/o apacibles.

martes, 1 de diciembre de 2009