"Words, words, words"

lunes, 2 de junio de 2008

Enrique Symns: sobre el complot, el tiempo y ser un duende


Fragmento de la entrevista a Enrique Symns ("El héroe del Whisky")de mayo del 2006, de la revista Güarnin! titulada "Memorias de un viejo indecente"


Lo último que había escuchado de vos antes de los libros fue el tema “Soy un virus”, que grabaste con los uruguayos de La Tabaré. ¿Con esto te referís al viejo complot?


Sí, pero es algo serio. Lo he hablado con virólogos. La palabra es un virus traído por extraterrestres para dominarnos. Ellos se alojaron en el cerebro de los monos hace millones de años y les enseñaron a hablar para poder sobrevivir. Cuando los monos hablaban ellos respiraban. Pero es una teoría que no es mía. Lo podés rastrear en Tótem y tabú de Freud o en El trabajo de Burroughs. Porque el origen de la palabra es un misterio, pero lo han logrado junto con otras invenciones: palabras, letras, el dinero, el trabajo, Dios. Imaginate, ¡la nada!

¿Y la noción del tiempo cómo juega?

Otra invención. Porque los científicos se olvidan de que el tiempo y el espacio no existen, son leyes creadas por la mente. ¿Qué es lo que nos transforma en esta especie de monos especiales? La invención del calendario. Porque, como diría Artaud, cuando crearon el reloj “nos hicieron esclavos de nuevo”. Nos sacaron el grillete de los tobillos y lo pusieron en la pulsera. El reloj te mata, te va envejeciendo, te va destruyendo la vida. Por eso es hermoso ver a un hombre con el ojo de un tigre acechando al tiempo para matarlo.

¿La educación es parte del complot?

Al final tenés que estudiar porque tenés que aprender a utilizar el lenguaje. Yo veo a los niños chiquitos y es maravilloso. Un niño hasta los tres años vive 7 mil años, porque no existe el tiempo. Luego, con el lenguaje, se le empiezan a transmitir conocimientos, como el tiempo. Lo agarra una maestra y lo convierte en un panadero, en un estudiante de sociología, ¡en una mierda! Sin sueños, sin poesía. ¿Cuántos quedan que sobreviven a ese matadero de almas en que consiste la educación? Porque un ser humano lo que tiene que hacer es nunca dejar de ser niño. O sea, ser un duende. Porque un duende es eso: un ser escondido en el rostro de un viejo.

¿Y ser un duende qué implica?

Nunca rendirse. No saber nada. Es como si vos fueras el extraterrestre que mira a los mandriles vivir... y encima una vida impiadosa, desagradable. ¡Viven en parejas! No conozco una sola pareja que sea feliz. Se casan y dejan de flotar. Empiezan a preocuparse, dejan de coger, de besarse la concha. Se convierten en cajas de seguridad, cuidan la economía. Porque la base del capitalismo no es la familia, es la pareja. La base de la maldición del mundo es que un hombre y una mujer se enamoren. El amor es una psicosis colectiva. Cuando el hombre se enamora se convierte en un imbécil, en un degenerado. Lo dijo Freud: “el encuentro entre el hombre y la mujer es imposible porque cuando el hombre se enamora busca a su madre”. Y la mujer busca en el hombre a Dios, busca algo más misterioso, pero no lo encuentra. Ninguno encuentra al otro. Entonces se forma ese nido de frustraciones donde comen, duermen, cagan, tienen hijos y reproducen la maldición.

Vos siempre dijiste que la única manera de escapar al Complot era a través de la locura. Hoy en tu obra "Un guión para Tinelli" el discurso que primero es políticamente correcto cambia cuando las drogas hacen efecto. ¿El punto de contacto es que el gobierno del inconsciente es lo que permite sustraerse, aunque sea por un momento, del Complot?

Puede ser. Yo, por ejemplo, a la locura la pude experimentar a través de las drogas. La que más me llevó adentro fue la cocaína. No el ácido lisérgico o la mezcalina que me metieron en experiencias excepcionales o que me asustaron. La cocaína es la que me introdujo en el manicomio de mi cerebro, que es como una radio en la que hablan los demás. Porque yo soy un sujeto hablado, en el que hablan mis padres, mis abuelos, no yo. Entonces cuando vos tomás cocaína y te pasás días sin comer y sin dormir, llegás a lugares del cerebro impensados. Nietzsche lo decía así: “cuando vos mirás el abismo, el abismo te mira. Y le gustás”. El inconsciente quiere que vos hagas eso, que sufras para que él goce.

En tus notas y libros es constante la mentira, como citar autores o firmar con nombres falsos. ¿La mentira es un recurso para salir del Complot?

Pero esas no son mentiras, son trucos lingüísticos. Por ejemplo: si yo tengo algo importante para decir se lo adjudico a otro, porque si lo digo yo nadie me da bola. Pero la mentira es otra cosa. Por ejemplo, vos estás casado. Conocés a una chica, te la cogés. Vas a tu casa y no tenés por qué contarlo. ¿Por qué vas a hacer daño? Eso es una mentira. Hay derecho a tener secretos. Pero te dio el teléfono. La llamás y le decís a tu mujer que vas a trabajar. Dos mentiras dan un engaño. Y después con el tiempo se hace tu amante. Muchos engaños dan traición. Entonces la gente está acostumbrada a traicionar. Todos viven traicionando.
¿Vos por qué creés que los rockeros no me dan bola? Tipos que son ricos, que hasta hace poco tiempo veía. Porque yo soy testigo de esa traición que hicieron. Porque siempre quisieron eso: tener una pileta llena de conchas, con cámaras de video, sanguches de solomillo de no sé donde y viajar en un avión con el jet-set.

1 comentario:

Unknown dijo...

hablamos de una leyenda...en mi blogs se pueden leer notas de Enrique!...