"Words, words, words"

jueves, 25 de septiembre de 2008

cosas extrañas



el reverso de las banderas tiene una magia rara.
que los de la jp evita impulsen el aclamado ohohohoh de la cancha en momentos en que se cantaba el himno nacional frente a la embajada de Bolivia como cierre del acto en apoyo al gobierno de Evo y en repudio a la masacre de Pando, tuvo algo de ese extrañamiento de la realidad cuando se toca-tergiversa-mezcla con la vivencia artística.

1 comentario:

Raskolnikov dijo...

Lo de las banderas es curioso. Si lo vemos desde una perspectiva radicalmente objetiva es solo un trapo en un palo. Tal vez esa empiria abstracta este impregnada en la liturgia popular de cancha cuando se hace referencia a “los trapos”, a los cuales hay que “aguantar” en virtud de la importancia primordial y la carga emocional (y política por qué no) de la cuales están imbuidos. Sea un trapo rojo, con un sol y algunos colores, algunas estrellas o simplemente un gallo (esto vale lo mismo para una bandera de Deportivo Morón como para la de la República de Uganda) la importancia de la bandera viene a estar dada por el valor simbólico y los imaginarios de identificación y acción concomitante que despliega de manera cuasi-inconsciente. Me imagino a una persona cargando una bandera (sea como sea) que revolotea por los aires dibujando una S en el cielo y gente siguiendo dicho estandarte (recordemos que surgen como herramientas militares para dar indicaciones a los ejércitos en el medio de una batalla). Me imagino también el desamparo de no estar abrigado por ninguna (“sin un estandarte de mi parte, yo te quiero igual” cantaba un desgarrado Solari en Fuegos de Octubre para hacer referencia a unos oscuros ochenta que descreían del optimismo descomprometido made-in-Reagan y no se resignaban completamente al escepticismo de la “guerra de las galaxias”). Tal vez por eso la bandera sea generalmente reversible, sirve para que la veamos nosotros, los que vamos detrás de ella, y aquellos otros, sin los cuales no tendría sentido haber manufacturado una. Cuando veo una bandera así, que detrás de la magnificencia de su fachada para presentarse incolumne, se ven las miserias y la precariedad de la propia factura (que es precisamente lo que no pueden dejar de ver aquellos que se encolumnan detrás de ella) me parece una paradoja, para usar una palabra utilizada por la escritora, “extraña”… (cuanto menos)